¿Te has planteado alguna vez que el mero hecho de VIVIR POR VIVIR merece la pena? Que quizás no tengamos un fin más allá que el de vivir, ni más ni menos.
Estas y otras reflexiones son las que se plantean nuestros alumnos en nuestro curso Vivir por Vivir que cada verano imparto en un sitio de España y que en estos momentos estamos impartiendo en la Universidad de Cádiz bajo el nombre: << Transforma tus clases, Transforma tu vida>>.
Permíteme querido lector, usar este lugar de encuentro para mostrarte esta y otras reflexiones y aprendizajes que quizás no te has planteado, o sí, pero no has encontrado respuesta.
La primera reflexión que me llevó a Vivir por Vivir, fue darme cuenta de que no tiene sentido alguno malgastar energía preocupándome -y ni tan siquiera pensando- en aquello que está fuera de mi control. Lo que tenga que venir será bienvenido y me servirá para aprender. Así que centrarme en aquello que está dentro de mi esfera de influencia y no todo lo que me rodea, determina lo que decía Epicteto: <<Solo hay un camino hacia la felicidad y consiste en dejar de preocuparse por las cosas que están más allá de nuestro control>>
Otra gran reflexión fue la de tomar consciencia de que el mundo no se va a ningún lado, no necesitaba hacer las cosas a la velocidad que marcaba la sociedad. No tenía por qué tener que conseguir todo en este mismo instante. Está claro que la televisión, los anuncios, las películas, la forma en que nos llega la información… todo nos incita a vivir en esa especie de carrera continua e infinita, pero yo podía relajarme, respirar y tomarme un tiempo para disfrutar de lo que tenía pues como decía Alan Watts: <<Ya que el mundo no se va a ningún lado, no hay ninguna prisa. >> Esto lo aprendí en Cádiz, de esta bendita tierra y de su gente.
Con esa calma y esa focalización en lo realmente importante, tomé mayor conciencia sobre la tercera reflexión y posterior aprendizaje y fue ver cómo la gente tiene tanto miedo a perder que ni siquiera lo intenta. Esa mentalidad impide vivir a mucha gente. Seguro que durante toda tu vida has estado jugando a no perder cuando lo que tienes que hacer es dejar de pensar en que ocurrirá si pierdes y jugar para ganar. Esto lo aprendí de mi padre.
Por mí propia experiencia aprendí que el tiempo que tenemos es limitado. Puedes pasar tu vida haciendo algo que te agrade, que tenga sentido para ti y que te motive a llevarlo más allá y tratar de conseguir cosas más grandes en la vida, o puedes desperdiciarlo haciendo algo que odias, 5 días a la semana, 4 semanas al mes, 11 meses al año. Interesante reflexión esta, pues te das cuenta de que el único que te obliga a hacer algo que no te gusta eres tú. Da igual que estés en las peores condiciones, siempre habrá un precio a pagar que te permitirá salir de esa condición y tratar de buscar una mejor. Como dijo Confucio: <<Elige un trabajo que amas y nunca más tendrás que volver a trabajar. >>
Por último, de grandes maestros, aprendí que a menudo pensamos que cuanto más nos adentramos en un campo, más complicados se vuelven los conceptos y más enredado se vuelve todo. Pero esto no es así. Si te fijas, la gente que realmente es buena en algo, no lo es porque posea un millón de técnicas diferentes y rebuscadas, sino por todo lo contrario. Es buena porque ha entendido los pocos principios que de verdad funcionan.
Espero querido lector que algunas de estas reflexiones te hayan servido para tomar conciencia hoy que quizás Vivir por Vivir sea más que suficiente para que esta vida tenga sentido.